LA SEDE NO SE REMATA!
Las peores premoniciones se cumplieron. La resistencia de la gente de Racing a que sea rematada la sede de Villa del Parque tuvo éxito, y la subasta quedó suspendida. Pero, para llegar a esto, hubo que transitar una jornada cargada de tensión y condimentada con el más indeseable de los elementos: la violencia.
La crónica de un día agitado comenzó bien temprano; en realidad, mucho antes de la hora prefijada para el acto, ya que, en la medianoche de anteayer, el inmueble fue ocupado por unos cuarenta hinchas. Y terminó entrada la tarde, con heridos, detenidos y más incertidumbre sobre el futuro de un club en perpetua crisis.
El panorama, temprano, se presentaba complicado. Vallas policiales delante de la puerta principal, sobre la calle Nogoyá 3045. Detrás, un grueso apuntalamiento de cien maderas y una reja encadenada hacían saber que la entrada al lugar iba a ser una tarea titánica, incluso, para la policía, encargada de garantizar el acceso de rematadores, oferentes y oficiales de justicia.
Cerca del mediodía, uno de los martilleros, Marcelo Babenco, estaba en las cercanías del anexo, aguardando la llegada de los otros tres, Ricardo Seoane, Horacio Mooney y Horacio Napolitano, y de la secretaria del juzgado que entiende en la quiebra del club, María Cristina de la Fuente. Ni siquiera llegaron a reunirse. Lo que empezó a ocurrir pocos minutos después lo impidió.
Ataque al martillero. Hasta ese momento, la manifestación de unos 150 hinchas, en la calle, era pacífica. Los problemas comenzaron cuando advirtieron la presencia de Babenco; a las 11.50 se iniciaron las agresiones. El rematador debió huir, protegido por la policía, que lo condujo hasta un vallado que cubría la entrada de la calle Helguera. Todo empeoró: no pasaron más que unos segundos hasta que se desató la primera lluvia de proyectiles. Cascotes tomados de la calle, chapas y hasta una botella de cerveza volaron hacia un único blanco: el grupo policial que escudaba al martillero.
En medio de los incidentes, los efectivos alejaron a Babenco y lo resguardaron en un garaje ubicado a una cuadra de allí.
La tensa calma duró hasta las 12.50, cuando los ocupantes del edificio, al advertir que efectivos policiales se les acercaban desde terrazas aledañas, incitaron a ingresar a quienes estaban en la calle. Fue el prólogo de una nueva y más intensa precipitación de piedras, de corridas e insultos.
En la confusión, había lugar para las especulaciones: "Vamos, que si hay q... esto no se remata. ¡Vamos, Racing!", se le oyó gritar a un hincha. "Las condiciones no están dadas, pero necesitamos la palabra del juez", decía, por entonces, el encargado del operativo de seguridad, comisario Eduardo Cottone.
Las condiciones no estuvieron dadas nunca. Ya se conocía que había heridos -cinco policías, cuatro simpatizantes y tres periodistas-, y el nerviosismo no se alejaba del lugar. Todavía -eran las 13.05- había seis individuos dentro de la sede cuando comenzó a difundirse la noticia de que el remate estaba suspendido.
"¿Está el abogado ahí? Salimos, pero que no nos toquen, loco", dijo uno, desde el interior de la sede. Afuera lo escuchaba el jefe policial y alguien que había llegado para mediar y evitar mayores inconvenientes: el padre Juan Gabriel Arias, un conocido hincha de Racing. Salieron a las 13.30, en medio de la misma ovación que acompaña la entrada del equipo en la cancha.
Sólo hubo lugar para algún otro tumulto por la detención de seis hinchas, la convocatoria para el martes próximo para visitar al juez Enrique Gorostegui y la desconcentración. A la golpeada vida de Racing se le había agregado otra jornada triste y cargada de violencia.
El resultado de las agresiones
Doce heridos fue el saldo de los violentos incidentes producidos en los alrededores de la sede que Racing tiene en Villa del Parque, casi todos por impactos de objetos contundentes. Ninguno sufrió lesiones graves.
Entre ellos, cinco policías fueron trasladados al hospital Churruca, mientras que otros cuatro hinchas también recibieron atención inmediata. Además resultaron heridos tres periodistas: Martín Canay (Radio Del Plata), Ronen Swarc (Radio 10) y el fotógrafo Diego Levy (Clarín), quienes sufrieron las consecuencias del gas paralizante utilizado por la policía. La Utpba emitió un comunicado en repudio de los hechos
Fue una locura desenfrenada. Piedrazos, botellazos, trompadas, gases paralizantes, corridas, sangre, gritos desesperados, confusión, bastonazos, ocho efectivos heridos y cinco hinchas detenidos... Todo esto se vio ayer durante los incidentes protagonizados por la Policía y más de 400 hinchas de Racing que, finalmente, consiguieron que el juez Gorostegui suspendiera el remate de la sede de Villa del Parque, previsto para las 12.
El grueso de los hinchas empezó a llegar a la puerta de la sede cerca de las 9. "Gorostegui botón, Gorostegui botón / la sede no se remata, la puta madre que los parió", cantaban con un cartel en mano que decía: "De Stéfano, Otero y Lalín es igual a remate. ¿Gorostegui también? No hay remate sin culpables". Mientras tanto, dentro de la sede permanecía desde el miércoles por la mañana un grupo de hinchas que había colocado maderas detrás de la puerta para evitar el ingreso de los rematadores.
Los primeros forcejeos se produjeron a las 10, cuando la Policía sacó las banderas en contra de la liquidación. Luego el clima se normalizó, pero la tensión empezó a crecer porque llegaba la hora de la subasta (fijada en una base de 2.850.000 pesos).
Hasta que a las 11.40 se desató la locura. Marcelo Babenco, uno de los rematadores (Ricardo Seoane, Horacio Napolitano y Horacio Money no llegaron), fue reconocido por uno de los socios que frecuenta la sede. "Estaba mirando como un vecino cuando un señor me reconoció. Primero se vinieron los medios y luego, el malón", explicó Babenco, quien salió corriendo escoltado por cuatro policías mientras esquivaba piedrazos, botellazos de vidrio y huevazos. El rematador terminó oculto en un estacionamiento durante más de una hora.
Mientras tanto, la secretaria del juez María De la Fuente se comunicaba con Gorostegui, quien seguía los incidentes por TV. Hasta el dirigente de Racing Unidad, Miguel DAquila, se fue a La Plata para "rogarle que frenara el remate". Cuando todo era insostenible, Gorostegui le ordenó a De La Fuente, quien se lo transmitió al subcomisario Carlos Vega y la subasta se suspendió. Ahora, el juez deberá decidir qué hacer .
Repartiendo culpas. "Es una barbaridad tratar de rematar la sede en el mismo lugar. Fue una decisión desequilibrada", dijo Eduardo Cottone, uno de los comisarios a cargo del operativo del que participaron 80 policías. En tanto, el comisario inspector Orlando Tourn bromeó: "Por los pollos que me escupieron, me parece que los voy a meter en el horno".
Pero los disturbios más graves llegaron después. De pronto, los barras que estaban dentro de la sede y colgados sobre el alambrado, advirtieron que varios policías intentaban ingresar al lugar por la terraza de una casa lindera. En ese instante, Norberto Perone -el encargado de la sede- se asomó junto con otros hinchas y llamó a los que estaban en la calle para que entrarán a ayudarlos. Pero los efectivos que permanecían en la vereda lo impidieron y ahí se iniciaron las peleas. Los hinchas comenzaron a arrojar cascotes, envases, palos, mientras que desde atrás de las vallas, la Policía devolvía los piedrazos. Y como no daban abasto, llegaron seis camionetas de la Infantería y un carro hidrante que no necesitó entrar en acción. Mientras tanto, un helicóptero sobrevolaba la zona y los vecinos observaban desde los balcones de los edificios todo lo que pasaba. En medio del revuelo, varios periodistas sufrieron agresiones . Además, en la pelea cinco policías y cuatro hinchas resultaron heridos y fueron trasladados al hospital Churruca. Uno de los efectivo sufrió un cascotazo en la cabeza y otro, llamado Daniel Crisci, recibió un botellazo que le fracturó la zona del pómulo derecho. El resto tiene heridas leves. "No son lesiones graves, pero el que recibió el impacto en la cara, salvó de milagro un ojo", explicaron en el Hospital.
Una vez que los incidentes se terminaron y los hinchas que estaban afuera se retiraron, los que seguían adentro pidieron la presencia de dos abogados y de la TV para que se les garantizara que no serían reprimidos por los efectivos. Segundos más tarde, apareció una visita inesperada: la del párroco Juan Gabriel, quien hizo de mediador entre los barras y la Policía. Al final, los cinco hinchas detenidos en la comisaría 47 fue por los incidentes fuera de la sede.
El plan de los hinchas. ¿Cómo empezó la estrategia de los hinchas? Apenas se enteraron el martes de que el juez no iba a aceptar el pedido del Grupo Unidad para frenar el remate, los hinchas comenzaron a darle forma al plan. Un grupo de 30, entre ellos varios barrabravas, se autoconvocó para el miércoles a la mañana en la sede. Cuando por la noche llegaron más, se juntaron en el buffet e idearon cómo impedir el ingreso de los rematadores.
Primero pensaron en soldar la puerta, pero luego de divertirse en varios partidos de metegol eligieron otra estrategia: con el Tano a la cabeza, (uno de los jefes de la barra) comenzaron a colocar detrás de la puerta de rejas cien maderas del escenario de uno de los salones de la sede. "Nos vinieron al pelo para trabar, porque el tema era que no entraran. Además tenemos pastillas de Gamexane (insecticida potente). No permitiremos que destruyen todo lo que hicimos acá. No estamos dispuestos a entregarnos", había asegurado Perone en la noche del miércoles.
De pronto, alrededor de las 23.40 irrumpió un patrullero y un camión policial cargado de vallas. Sin embargo, los hinchas no detuvieron su trabajo e, incluso, los efectivos les permitieron seguir. "~Eh, todas esas maderas van a poner!", le dijo sorprendido uno de ellos a los barras.
Durante la madrugada del jueves, los que estaban atrincherados en la sede se dedicaron a vigilar el único acceso que estaba desprotegido, sobre la calle Helguera. Como si fuese un operativo de inteligencia, se turnaron en períodos de 30 minutos para que no se les escapara ni un solo detalle. Entre tanto, mataron las horas viendo televisión en una de las oficinas e imaginando lo que iba a venir. "Charlamos más que nada de las estrategias que íbamos a seguir cuando apareciera la Infantería", agregó Perone. Una vez que aparecieron los primeros medios en la mañana de ayer, un grupo de 20 hinchas abandonó el encierro para salir a manifestarse contra el remate frente a la decena de cámaras.
Con el operativo antirremate ya cumplido, la calma volvió. Incluso, a la tardecita los hinchas hasta jugaron un picado en la sede. Habían cumplido su objetivo; mantener viva a la sede. Al menos por ahora.
Llueve en la fría tarde de viernes. El hombre sale de su oficina con una pila de fotografías. “Mirá -le dice al cronista-, así estaba esto cuando llegamos. Habrás visto qué diferente está ahora.” Norberto Perone tiene 46 años y es el secretario de la sede que Racing tiene en Nogoyá 3045, Villa del Parque. Se hizo cargo del manejo de la dependencia con la administración de Daniel Lalín, en enero del año último.
En su apelación se esconde el llamado, o casi el ruego, de que algo detenga lo que parece inevitable: el remate del inmueble, fijado para mañana, como parte del proceso de liquidación del club, tras más de un año de quiebra.
El lugar es el tradicional anexo capitalino de Racing desde 1939, cuando se lo alquiló; en 1952 se lo adquirió definitivamente. Ocupa unos 4500 metros cuadrados, distribuidos entre un gimnasio cubierto, tres canchas de baby fútbol y fútbol de salón, un salón cultural, un gimnasio para boxeo y taekwondo, una cancha de pelota a paleta, un salón de juegos, un buffet, oficinas y nueve locales. De éstos, actualmente sólo uno está ocupado; funciona como “yuyoteca”, explotada por particulares que lo alquilan. “Desde que Lalín se hizo cargo del club -enero del año último-, se tuvo la idea de que a esto había que venderlo. Entonces, no tenía sentido alquilar los locales. Si se hubiera hecho, habría una entrada mensual de 4000 pesos más lo que ingresa por las actividades”, señala el secretario.
Las actividades a las que alude son basquetbol, patín artístico, boxeo, taekwondo, fútbol 5, infantil y femenino, pelota a paleta, sipalki-do, voleibol y minivoleibol, gimnasia, tango, teatro y folklore. Además, alumnos de seis colegios de la zona concurren para practicar gimnasia y deportes; en total, según Perone, suman unos mil chicos por mes.
“Hay gente con un sentimiento muy arraigado -dice el secretario- y que se movió para evitar el remate. Otros se van yendo de a poquito, porque no ven la salida. Acá muchos pusieron plata, para comprar camisetas, para las cosas que ves…”
-¿Recuperaron ese dinero?
-No.
-¿Estuvieron aquí la síndico o los jueces?
-No, sólo los enajenadores. Vinieron,colocaron el cartel de remate, nos sentamos a tomar café y, mientras, pintaron el cartel. Duró una hora…
-¿Quién lo pintó?
-Gente del club.
-¿Qué dijeron los martilleros?
-Y… nada. Sacaron fotos cuando lo pintaban. Ellos suponían que iba a pasar, pero no tan rápido.
Ezequiel Borracer, de 21 años, es el profesor de taekwondo. Con uno de sus alumnos, Ciro Espinosa, espera que llegue la hora de la clase. Que puede ser una de las últimas. “Espero que no pase lo que pienso. Por la gente y por la historia del club, es injusto. Los chicos nos preguntan qué pasará. Están mal, claro”, cuenta Ezequiel.
En la sede trabajan seis empleados. “Estamos esperando. Nadie nos dice nada. No sabemos si seguiremos teniendo trabajo o no. Ahora es difícil conseguir otra cosa”, coinciden.
“Esperamos que no cierren, porque quedaríamos en la calle. No podemos fichar en ningún lado. Nos juntamos para ayudar y hacer lo que se pueda. Nos autofinanciamos. Nosotros regresamos cuando Perone se hizo cargo, dice Sebastián Mandrafina. Tiene 20 años y es el ala pivote del equipo de basquetbol, que participa en la liga provincial de 3 de Febrero. Su hermano, Hernán, de 23, es el entrenador.
Todos hablan casi de lo mismo, y en el mismo tono. “Estamos como en una nebulosa. Esto nos afecta mucho. Muchos vienen aquí desde su primera infancia”, agrega Gustavo Valdez, profesor de Educación Física del Instituto San José, que lleva a la sede diez divisiones de chicos.
“Nosotros estamos en contra del remate, pero si se hace, debe ser libre. Nada raro. Acá se pueden sacar como cinco millones de pesos”, sigue Perone.
-¿Ustedes se sienten parte de Racing o no?
-Y… se nos lleva a creer que esto va en contra de los intereses del club. El día de mañana pueden venir a decirle a uno que por no querer que se venda impidió que se levante la quiebra.
-¿Cree que puede llegar a suspenderse la subasta?
-El día del remate, yo,como mucha gente, voy a estar en contra. Quiero que se le den soluciones a los chicos. Si no, tomaremos las medidas para que no se haga.
-¿Qué medidas?
-Eso se verá en el momento.
-¿No dejar entrar a los rematadores, tal vez?
-Y… puede haber otra posibilidad mejor.
-¿Por ejemplo?
-No te la puedo decir.
Se dijo que existe, entre las instalaciones, un salón para actos culturales. “Nino Rosetto” es su nombre. Así fue bautizado en homenaje a un hombre cuya vida está íntimamente ligada al lugar desde hace 52 años.
Antonio Rosetto, de él se trata, tiene 72 años y durante mucho tiempo estuvo a cargo del básquetbol en el anexo. “Nos conocimos allí, nos casamos allí. Mi hija también se casó con el arquero de hockey. Por la angustia que me causaba ver la sede tan venida abajo, pasé más de dos años sin entrar, hasta que se la puso en condiciones. Causa mucho dolor ver que se la rematará para sacar unos pesos por otros que se han guardado tanto”, dice Raquel, la esposa de Nino. Su marido no puede responder; un cólico renal obligó a que fuera internado en un sanatorio.
Hay un día y una hora: mañana, a las 12, si no prosperan las últimas gestiones. El lugar fijado, una dependencia de la misma sede. Para muchos, en Villa del Parque, hay tiempo para soñar con torcer el destino .
La crónica de un día agitado comenzó bien temprano; en realidad, mucho antes de la hora prefijada para el acto, ya que, en la medianoche de anteayer, el inmueble fue ocupado por unos cuarenta hinchas. Y terminó entrada la tarde, con heridos, detenidos y más incertidumbre sobre el futuro de un club en perpetua crisis.
El panorama, temprano, se presentaba complicado. Vallas policiales delante de la puerta principal, sobre la calle Nogoyá 3045. Detrás, un grueso apuntalamiento de cien maderas y una reja encadenada hacían saber que la entrada al lugar iba a ser una tarea titánica, incluso, para la policía, encargada de garantizar el acceso de rematadores, oferentes y oficiales de justicia.
Cerca del mediodía, uno de los martilleros, Marcelo Babenco, estaba en las cercanías del anexo, aguardando la llegada de los otros tres, Ricardo Seoane, Horacio Mooney y Horacio Napolitano, y de la secretaria del juzgado que entiende en la quiebra del club, María Cristina de la Fuente. Ni siquiera llegaron a reunirse. Lo que empezó a ocurrir pocos minutos después lo impidió.
Ataque al martillero. Hasta ese momento, la manifestación de unos 150 hinchas, en la calle, era pacífica. Los problemas comenzaron cuando advirtieron la presencia de Babenco; a las 11.50 se iniciaron las agresiones. El rematador debió huir, protegido por la policía, que lo condujo hasta un vallado que cubría la entrada de la calle Helguera. Todo empeoró: no pasaron más que unos segundos hasta que se desató la primera lluvia de proyectiles. Cascotes tomados de la calle, chapas y hasta una botella de cerveza volaron hacia un único blanco: el grupo policial que escudaba al martillero.
En medio de los incidentes, los efectivos alejaron a Babenco y lo resguardaron en un garaje ubicado a una cuadra de allí.
La tensa calma duró hasta las 12.50, cuando los ocupantes del edificio, al advertir que efectivos policiales se les acercaban desde terrazas aledañas, incitaron a ingresar a quienes estaban en la calle. Fue el prólogo de una nueva y más intensa precipitación de piedras, de corridas e insultos.
En la confusión, había lugar para las especulaciones: "Vamos, que si hay q... esto no se remata. ¡Vamos, Racing!", se le oyó gritar a un hincha. "Las condiciones no están dadas, pero necesitamos la palabra del juez", decía, por entonces, el encargado del operativo de seguridad, comisario Eduardo Cottone.
Las condiciones no estuvieron dadas nunca. Ya se conocía que había heridos -cinco policías, cuatro simpatizantes y tres periodistas-, y el nerviosismo no se alejaba del lugar. Todavía -eran las 13.05- había seis individuos dentro de la sede cuando comenzó a difundirse la noticia de que el remate estaba suspendido.
"¿Está el abogado ahí? Salimos, pero que no nos toquen, loco", dijo uno, desde el interior de la sede. Afuera lo escuchaba el jefe policial y alguien que había llegado para mediar y evitar mayores inconvenientes: el padre Juan Gabriel Arias, un conocido hincha de Racing. Salieron a las 13.30, en medio de la misma ovación que acompaña la entrada del equipo en la cancha.
Sólo hubo lugar para algún otro tumulto por la detención de seis hinchas, la convocatoria para el martes próximo para visitar al juez Enrique Gorostegui y la desconcentración. A la golpeada vida de Racing se le había agregado otra jornada triste y cargada de violencia.
El resultado de las agresiones
Doce heridos fue el saldo de los violentos incidentes producidos en los alrededores de la sede que Racing tiene en Villa del Parque, casi todos por impactos de objetos contundentes. Ninguno sufrió lesiones graves.
Entre ellos, cinco policías fueron trasladados al hospital Churruca, mientras que otros cuatro hinchas también recibieron atención inmediata. Además resultaron heridos tres periodistas: Martín Canay (Radio Del Plata), Ronen Swarc (Radio 10) y el fotógrafo Diego Levy (Clarín), quienes sufrieron las consecuencias del gas paralizante utilizado por la policía. La Utpba emitió un comunicado en repudio de los hechos
Fue una locura desenfrenada. Piedrazos, botellazos, trompadas, gases paralizantes, corridas, sangre, gritos desesperados, confusión, bastonazos, ocho efectivos heridos y cinco hinchas detenidos... Todo esto se vio ayer durante los incidentes protagonizados por la Policía y más de 400 hinchas de Racing que, finalmente, consiguieron que el juez Gorostegui suspendiera el remate de la sede de Villa del Parque, previsto para las 12.
El grueso de los hinchas empezó a llegar a la puerta de la sede cerca de las 9. "Gorostegui botón, Gorostegui botón / la sede no se remata, la puta madre que los parió", cantaban con un cartel en mano que decía: "De Stéfano, Otero y Lalín es igual a remate. ¿Gorostegui también? No hay remate sin culpables". Mientras tanto, dentro de la sede permanecía desde el miércoles por la mañana un grupo de hinchas que había colocado maderas detrás de la puerta para evitar el ingreso de los rematadores.
Los primeros forcejeos se produjeron a las 10, cuando la Policía sacó las banderas en contra de la liquidación. Luego el clima se normalizó, pero la tensión empezó a crecer porque llegaba la hora de la subasta (fijada en una base de 2.850.000 pesos).
Hasta que a las 11.40 se desató la locura. Marcelo Babenco, uno de los rematadores (Ricardo Seoane, Horacio Napolitano y Horacio Money no llegaron), fue reconocido por uno de los socios que frecuenta la sede. "Estaba mirando como un vecino cuando un señor me reconoció. Primero se vinieron los medios y luego, el malón", explicó Babenco, quien salió corriendo escoltado por cuatro policías mientras esquivaba piedrazos, botellazos de vidrio y huevazos. El rematador terminó oculto en un estacionamiento durante más de una hora.
Mientras tanto, la secretaria del juez María De la Fuente se comunicaba con Gorostegui, quien seguía los incidentes por TV. Hasta el dirigente de Racing Unidad, Miguel DAquila, se fue a La Plata para "rogarle que frenara el remate". Cuando todo era insostenible, Gorostegui le ordenó a De La Fuente, quien se lo transmitió al subcomisario Carlos Vega y la subasta se suspendió. Ahora, el juez deberá decidir qué hacer .
Repartiendo culpas. "Es una barbaridad tratar de rematar la sede en el mismo lugar. Fue una decisión desequilibrada", dijo Eduardo Cottone, uno de los comisarios a cargo del operativo del que participaron 80 policías. En tanto, el comisario inspector Orlando Tourn bromeó: "Por los pollos que me escupieron, me parece que los voy a meter en el horno".
Pero los disturbios más graves llegaron después. De pronto, los barras que estaban dentro de la sede y colgados sobre el alambrado, advirtieron que varios policías intentaban ingresar al lugar por la terraza de una casa lindera. En ese instante, Norberto Perone -el encargado de la sede- se asomó junto con otros hinchas y llamó a los que estaban en la calle para que entrarán a ayudarlos. Pero los efectivos que permanecían en la vereda lo impidieron y ahí se iniciaron las peleas. Los hinchas comenzaron a arrojar cascotes, envases, palos, mientras que desde atrás de las vallas, la Policía devolvía los piedrazos. Y como no daban abasto, llegaron seis camionetas de la Infantería y un carro hidrante que no necesitó entrar en acción. Mientras tanto, un helicóptero sobrevolaba la zona y los vecinos observaban desde los balcones de los edificios todo lo que pasaba. En medio del revuelo, varios periodistas sufrieron agresiones . Además, en la pelea cinco policías y cuatro hinchas resultaron heridos y fueron trasladados al hospital Churruca. Uno de los efectivo sufrió un cascotazo en la cabeza y otro, llamado Daniel Crisci, recibió un botellazo que le fracturó la zona del pómulo derecho. El resto tiene heridas leves. "No son lesiones graves, pero el que recibió el impacto en la cara, salvó de milagro un ojo", explicaron en el Hospital.
Una vez que los incidentes se terminaron y los hinchas que estaban afuera se retiraron, los que seguían adentro pidieron la presencia de dos abogados y de la TV para que se les garantizara que no serían reprimidos por los efectivos. Segundos más tarde, apareció una visita inesperada: la del párroco Juan Gabriel, quien hizo de mediador entre los barras y la Policía. Al final, los cinco hinchas detenidos en la comisaría 47 fue por los incidentes fuera de la sede.
El plan de los hinchas. ¿Cómo empezó la estrategia de los hinchas? Apenas se enteraron el martes de que el juez no iba a aceptar el pedido del Grupo Unidad para frenar el remate, los hinchas comenzaron a darle forma al plan. Un grupo de 30, entre ellos varios barrabravas, se autoconvocó para el miércoles a la mañana en la sede. Cuando por la noche llegaron más, se juntaron en el buffet e idearon cómo impedir el ingreso de los rematadores.
Primero pensaron en soldar la puerta, pero luego de divertirse en varios partidos de metegol eligieron otra estrategia: con el Tano a la cabeza, (uno de los jefes de la barra) comenzaron a colocar detrás de la puerta de rejas cien maderas del escenario de uno de los salones de la sede. "Nos vinieron al pelo para trabar, porque el tema era que no entraran. Además tenemos pastillas de Gamexane (insecticida potente). No permitiremos que destruyen todo lo que hicimos acá. No estamos dispuestos a entregarnos", había asegurado Perone en la noche del miércoles.
De pronto, alrededor de las 23.40 irrumpió un patrullero y un camión policial cargado de vallas. Sin embargo, los hinchas no detuvieron su trabajo e, incluso, los efectivos les permitieron seguir. "~Eh, todas esas maderas van a poner!", le dijo sorprendido uno de ellos a los barras.
Durante la madrugada del jueves, los que estaban atrincherados en la sede se dedicaron a vigilar el único acceso que estaba desprotegido, sobre la calle Helguera. Como si fuese un operativo de inteligencia, se turnaron en períodos de 30 minutos para que no se les escapara ni un solo detalle. Entre tanto, mataron las horas viendo televisión en una de las oficinas e imaginando lo que iba a venir. "Charlamos más que nada de las estrategias que íbamos a seguir cuando apareciera la Infantería", agregó Perone. Una vez que aparecieron los primeros medios en la mañana de ayer, un grupo de 20 hinchas abandonó el encierro para salir a manifestarse contra el remate frente a la decena de cámaras.
Con el operativo antirremate ya cumplido, la calma volvió. Incluso, a la tardecita los hinchas hasta jugaron un picado en la sede. Habían cumplido su objetivo; mantener viva a la sede. Al menos por ahora.
Sueños astillados: 11 de Agosto
Llueve en la fría tarde de viernes. El hombre sale de su oficina con una pila de fotografías. “Mirá -le dice al cronista-, así estaba esto cuando llegamos. Habrás visto qué diferente está ahora.” Norberto Perone tiene 46 años y es el secretario de la sede que Racing tiene en Nogoyá 3045, Villa del Parque. Se hizo cargo del manejo de la dependencia con la administración de Daniel Lalín, en enero del año último.
En su apelación se esconde el llamado, o casi el ruego, de que algo detenga lo que parece inevitable: el remate del inmueble, fijado para mañana, como parte del proceso de liquidación del club, tras más de un año de quiebra.
El lugar es el tradicional anexo capitalino de Racing desde 1939, cuando se lo alquiló; en 1952 se lo adquirió definitivamente. Ocupa unos 4500 metros cuadrados, distribuidos entre un gimnasio cubierto, tres canchas de baby fútbol y fútbol de salón, un salón cultural, un gimnasio para boxeo y taekwondo, una cancha de pelota a paleta, un salón de juegos, un buffet, oficinas y nueve locales. De éstos, actualmente sólo uno está ocupado; funciona como “yuyoteca”, explotada por particulares que lo alquilan. “Desde que Lalín se hizo cargo del club -enero del año último-, se tuvo la idea de que a esto había que venderlo. Entonces, no tenía sentido alquilar los locales. Si se hubiera hecho, habría una entrada mensual de 4000 pesos más lo que ingresa por las actividades”, señala el secretario.
Las actividades a las que alude son basquetbol, patín artístico, boxeo, taekwondo, fútbol 5, infantil y femenino, pelota a paleta, sipalki-do, voleibol y minivoleibol, gimnasia, tango, teatro y folklore. Además, alumnos de seis colegios de la zona concurren para practicar gimnasia y deportes; en total, según Perone, suman unos mil chicos por mes.
“Hay gente con un sentimiento muy arraigado -dice el secretario- y que se movió para evitar el remate. Otros se van yendo de a poquito, porque no ven la salida. Acá muchos pusieron plata, para comprar camisetas, para las cosas que ves…”
-¿Recuperaron ese dinero?
-No.
-¿Estuvieron aquí la síndico o los jueces?
-No, sólo los enajenadores. Vinieron,colocaron el cartel de remate, nos sentamos a tomar café y, mientras, pintaron el cartel. Duró una hora…
-¿Quién lo pintó?
-Gente del club.
-¿Qué dijeron los martilleros?
-Y… nada. Sacaron fotos cuando lo pintaban. Ellos suponían que iba a pasar, pero no tan rápido.
Ezequiel Borracer, de 21 años, es el profesor de taekwondo. Con uno de sus alumnos, Ciro Espinosa, espera que llegue la hora de la clase. Que puede ser una de las últimas. “Espero que no pase lo que pienso. Por la gente y por la historia del club, es injusto. Los chicos nos preguntan qué pasará. Están mal, claro”, cuenta Ezequiel.
En la sede trabajan seis empleados. “Estamos esperando. Nadie nos dice nada. No sabemos si seguiremos teniendo trabajo o no. Ahora es difícil conseguir otra cosa”, coinciden.
“Esperamos que no cierren, porque quedaríamos en la calle. No podemos fichar en ningún lado. Nos juntamos para ayudar y hacer lo que se pueda. Nos autofinanciamos. Nosotros regresamos cuando Perone se hizo cargo, dice Sebastián Mandrafina. Tiene 20 años y es el ala pivote del equipo de basquetbol, que participa en la liga provincial de 3 de Febrero. Su hermano, Hernán, de 23, es el entrenador.
Todos hablan casi de lo mismo, y en el mismo tono. “Estamos como en una nebulosa. Esto nos afecta mucho. Muchos vienen aquí desde su primera infancia”, agrega Gustavo Valdez, profesor de Educación Física del Instituto San José, que lleva a la sede diez divisiones de chicos.
“Nosotros estamos en contra del remate, pero si se hace, debe ser libre. Nada raro. Acá se pueden sacar como cinco millones de pesos”, sigue Perone.
-¿Ustedes se sienten parte de Racing o no?
-Y… se nos lleva a creer que esto va en contra de los intereses del club. El día de mañana pueden venir a decirle a uno que por no querer que se venda impidió que se levante la quiebra.
-¿Cree que puede llegar a suspenderse la subasta?
-El día del remate, yo,como mucha gente, voy a estar en contra. Quiero que se le den soluciones a los chicos. Si no, tomaremos las medidas para que no se haga.
-¿Qué medidas?
-Eso se verá en el momento.
-¿No dejar entrar a los rematadores, tal vez?
-Y… puede haber otra posibilidad mejor.
-¿Por ejemplo?
-No te la puedo decir.
Se dijo que existe, entre las instalaciones, un salón para actos culturales. “Nino Rosetto” es su nombre. Así fue bautizado en homenaje a un hombre cuya vida está íntimamente ligada al lugar desde hace 52 años.
Antonio Rosetto, de él se trata, tiene 72 años y durante mucho tiempo estuvo a cargo del básquetbol en el anexo. “Nos conocimos allí, nos casamos allí. Mi hija también se casó con el arquero de hockey. Por la angustia que me causaba ver la sede tan venida abajo, pasé más de dos años sin entrar, hasta que se la puso en condiciones. Causa mucho dolor ver que se la rematará para sacar unos pesos por otros que se han guardado tanto”, dice Raquel, la esposa de Nino. Su marido no puede responder; un cólico renal obligó a que fuera internado en un sanatorio.
Hay un día y una hora: mañana, a las 12, si no prosperan las últimas gestiones. El lugar fijado, una dependencia de la misma sede. Para muchos, en Villa del Parque, hay tiempo para soñar con torcer el destino .
GRACIAS GUARDIA IMPERIAL, CACHO, SOMBRA, CEFE, SANDRY, TANO y todos los que custodiaron nuestra sede e impidieron su Remate!